A pesar de semanas de especulación de que la acción para revisar o reducir los aranceles de la Sección 301 sobre las importaciones de China era inminente, la administración del Presidente Biden aún no ha anunciado tales medidas. Mientras tanto, las empresas continúan utilizando una serie de formas probadas y legítimas de escapar o limitar efectivamente el impacto de estos aranceles, incluidas las zonas de libre comercio o zonas francas (FTZs).
Las mercancías importadas a una zona franca y sujetas a operaciones específicas (como por ejemplo montaje, fabricación, procesamiento, reenvasado, reparación, almacenamiento y destrucción) no están sujetas a derechos a menos que salgan de la zona para el consumo interno, e incluso entonces los usuarios pueden elegir la tasa arancelaria más baja entre los materiales componentes y el producto terminado. Además, algunos estados de EEUU ofrecen beneficios fiscales adicionales por el uso de zonas francas.
Sin embargo, las zonas francas no son factibles para todos los modelos de negocio y los diferentes tipos de acuerdos de zona franca pueden ser adecuados para diferentes circunstancias. Scott Taylor, jefe de la práctica de zonas francas de ST&R, señaló que la experiencia de la firma en esta área le permite revisar las operaciones de una empresa, determinar las mejores opciones relacionadas con las zonas francas y luego guiar a la empresa a través de todos los pasos necesarios.
“Realmente se necesita mucho para poner en marcha las operaciones de una zona franca de manera efectiva y para maximizar sus beneficios”, dijo Taylor, quien ha desarrollado y estructurado cientos de proyectos de zonas francas y ha trabajado extensamente con las agencias federales involucradas. “Comienza con la determinación de lo que funciona mejor para el cliente: es posible que solo necesite actualizar la autorización de producción en un sitio existente, o puede ser necesario establecer una nueva zona. Luego el proceso puede incluir muchos elementos, desde la preparación y presentación precisa de las presentaciones requeridas hasta la obtención de bonos de operador de zonas francas y la elección de proveedores de software. Hay muchas partes móviles, pero nuestra experiencia nos ayuda a hacer las cosas lo más fáciles posible.”
Poner en marcha las operaciones de una zona representa solo la mitad de la batalla, agregó Taylor. “Garantizar el cumplimiento de los requisitos legales y de informes y realizar auditorías in situ y verificaciones puntuales de los proyectos de la zona son solo algunas de las acciones que las empresas deben llevar a cabo para asegurarse de que están obteniendo todos los beneficios posibles de la zona franca”, indicó. Aunque se requiere mucha atención, el ahorro de costos puede ser significativo.
La experiencia y los conocimientos de ST&R no solo pueden representar una valiosa ayuda para las empresas que utilizan las zonas francas, sino que dichas empresas también puede seguir de cerca los acontecimientos que pudieran afectar las operaciones de la zona. Por ejemplo, la ITC está investigando actualmente los efectos de las políticas y prácticas de las zonas francas, incluso en la competitividad de costos de los productos de las empresas que operan en las zonas, y la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) ha señalado que tiene la intención de utilizar los resultados de esa investigación en su búsqueda de “una política comercial que invierta en los trabajadores estadounidenses, apoye la manufactura nacional y fortalezca la resiliencia de la cadena de suministro de Estados Unidos.” Eso podría significar cambios en las reglas y regulaciones de las zonas francas que afecten la forma en que las empresas hacen negocios en las zonas.
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