El presidente Trump emitió recientemente un memorando destinado a promover la inversión extranjera y al mismo tiempo a proteger los intereses de seguridad nacional de EEUU, en particular de las amenazas que representan los adversarios extranjeros.
Si bien este término incluye a China (incluidos Hong Kong y Macao), Rusia, Irán, Corea del Norte y el régimen del político venezolano Nicolás Maduro, es evidente que China es el objetivo principal de la nueva iniciativa. El memorando acusa a Pekín de trabajar para “dirigir y facilitar sistemáticamente la inversión en empresas y activos estadounidenses para obtener tecnologías de vanguardia, propiedad intelectual y apalancamiento en industrias estratégicas” y de llevar a cabo estos esfuerzos “de diversas maneras, tanto visibles como encubiertas, y a menudo a través de empresas asociadas o fondos de inversión en terceros países.” En particular, el memorando afirma que los inversores afiliados a China “tienen como objetivo las joyas de la corona de la tecnología estadounidense: el suministro de alimentos, las tierras de cultivo, los minerales, los recursos naturales, los puertos y las terminales marítimas.”
En consecuencia, el memorando (1) ordena al Comité de Inversión Extranjera en EEUU (CFIUS) restringir las inversiones chinas en tecnología, infraestructuras críticas, atención médica, agricultura, energía, materias primas y otros sectores estratégicos estadounidenses; (2) se compromete a fortalecer la autoridad de CFIUS sobre las inversiones en nuevas instalaciones; (3) afirma que se utilizarán todos los instrumentos legales necesarios para disuadir aún más la inversión estadounidense en los sectores militar-industrial de China; y (4) se compromete a considerar nuevas restricciones o a ampliar las restricciones existentes sobre la inversión estadounidense en China en sectores como semiconductores, inteligencia artificial, cuántica, biotecnología, hipersónica, aeroespacial, manufactura avanzada y energía dirigida.
Con respecto a los inversores extranjeros fuera de China, el memorando establece que las restricciones a la inversión en empresas estadounidenses dedicadas a tecnologías críticas, infraestructuras críticas, datos personales y otras áreas sensibles se suavizarán proporcionalmente a su distanciamiento e independencia verificables de las prácticas predatorias de inversión y adquisición de tecnología de China y otros adversarios estadounidenses.
Por otra parte, el memorando describe medidas destinadas a promover aún más otras inversiones en EEUU. Ordena la creación de un proceso acelerado para facilitar una mayor inversión por parte de aliados y socios específicos, aunque con condiciones que impidan a los inversores asociarse con adversarios en las áreas correspondientes. También prevé revisiones ambientales aceleradas para cualquier inversión superior a US$1 billón.
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