La representante comercial de los Estados Unidos, Katherine Tai, dijo recientemente que la forma en que los responsables de la formulación de políticas piensan y hablan sobre el comercio internacional “debe evolucionar” para proteger más adecuadamente a los trabajadores y las cadenas de suministro.
En una aparición en video durante un evento celebrado en Alemania, Tai dijo que desde la Segunda Guerra Mundial “hemos pensado en el comercio como algo que necesita ser liberalizado al máximo” bajo la premisa de que “cuanto más comerciamos entre nosotros, más paz y prosperidad habrá.” Este concepto es lo que subyace a “la OMC y al sistema multilateral de comercio tal como ha existido durante muchos, muchos años.”
Sin embargo, dijo Tai, han habido una serie de acontecimientos en la última década “que me hacen preguntarme si esta visión de la globalización que nos estaba llevando a un mundo mejor y más seguro ha llegado a su fin y si no necesitamos corregir el rumbo.” Estos acontecimientos incluyen la decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea, la estrategia de “Estados Unidos primero” (“America First”) de la administración Trump, la pandemia del COVID-19 y la invasión de Ucrania por parte de Rusia. “No podemos simplemente volver al mundo del 2015 y fingir que estas cosas no sucedieron”, añadió Tai. “Creemos firmemente que tenemos que asumir la historia tal como ha sucedido y que tenemos que adaptarnos.”
Específicamente, indicó Tai, la idea de que el “libre comercio es bueno y el proteccionismo es malo es una dicotomía que creo que debemos revisar.” En otro evento, Tai señaló que “hay muchas personas que asocian el comercio con la deslocalización y la subcontratación, además de la pérdida de empleos y de una cantidad significativa de la base industrial manufacturera de Estados Unidos.” En respuesta, dijo, los responsables de la formulación de políticas comerciales deberían considerar “cómo podemos adaptar las reglas del comercio para incentivar el comportamiento de las empresas para que tengan en cuenta algo más que simplemente la eficiencia.” Reconoció que tal enfoque probablemente conllevará costos más altos pero sugirió que es un precio que vale la pena pagar por “un futuro más resiliente, más robusto y más sostenible” que esté “mejor preparado para el próximo desafío” y beneficie a las personas no solo como consumidores sino también como trabajadores.
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