Estados Unidos no está interesado en desvincularse económicamente de China pero está tratando de reducir su dependencia excesiva de las cadenas de suministro que involucran a ese país a través de la política emergente de “friendshoring”, indicó recientemente la Secretaria del Tesoro Janet Yellen.
En un importante discurso sobre la relación económica entre EEUU y China, Yellen dijo que la relación “está claramente en un momento tenso.” Pareció atribuir esta situación en gran medida a las acciones de Beijing, incluido su alejamiento de las reformas de mercado hacia un enfoque más impulsado por el estado que incluye la expansión del apoyo gubernamental tanto en los sectores tradicionales como en las tecnologías emergentes; un enfoque de mayor confrontación hacia EEUU y otros países, incluidos los crecientes casos de coerción económica y represalias; sus constantes abusos contra los derechos humanos de las minorías étnicas dentro de sus fronteras; y su asociación y apoyo “sin límites” a Rusia en su guerra con Ucrania.
Yellen dijo que EEUU “no se comprometerá” al responder a las preocupaciones sobre la seguridad nacional, tanto la suya propia como la de sus aliados. Por ejemplo, indicó que salvaguardar ciertas tecnologías del aparato militar y de seguridad de China es de vital interés, y EEUU puede y de hecho persigue este objetivo a través de controles de exportación, sanciones y el escrutinio de las inversiones chinas en territorio estadounidense. Otra herramienta bajo consideración es un programa para restringir ciertos flujos de inversión salientes de EEUU en tecnologías sensibles específicas con implicaciones significativas para la seguridad nacional. Yellen también advirtió que las consecuencias para China si se descubre que está brindando apoyo material o asistencia a Rusia para evadir sanciones “serían graves.”
Yellen enfatizó, sin embargo, que si bien las acciones de seguridad nacional pueden tener impactos económicos, no están diseñadas para darle a EEUU una ventaja económica competitiva sobre China o para reprimir la modernización económica y tecnológica de China. En cambio, dijo, EEUU busca una relación económica constructiva y justa con China que fomente el crecimiento y la innovación en ambos países.
Específicamente, observó Yellen, EEUU no busca desvincular su economía de la de China. Los dos países están “profundamente integrados”, con más de US$700 billones en comercio bidireccional en 2021, y una separación total de las dos economías sería “desastrosa para ambos países” y “desestabilizadora para el resto del mundo.”
Sin embargo, China sigue aplicando políticas que ponen en desventaja a las empresas extranjeras y que en algunos sectores han resultado en una concentración excesiva de la producción de bienes críticos dentro de China. Como resultado, dijo Yellen, EEUU seguirá aplicando una estrategia de “friendshoring” diseñada para mitigar las vulnerabilidades que pueden provocar interrupciones en el suministro mediante la creación de redundancias en las cadenas de suministro críticas con “la gran cantidad de socios comerciales con los que podemos contar.”
Yellen concluyó que la relación entre EEUU y China no tiene por qué ser “una competencia bilateral de suma cero en la que uno debe caer para que el otro suba.” Sin embargo, dijo que Beijing debe estar “dispuesto a desempeñar su papel” si las dos partes quieren “encontrar una manera de vivir juntos y compartir la prosperidad global.”
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